LA AMISTAD NO
DIFERENCIA DE SERES VIVOS
Érase Una vez una
niña llamada Rocío. No tenía nada: solo un gato y su familia.
No tenía mucho
para comer pero a su gato no le faltaba la comida. Lo poco que tenía se lo daba
a su gatita Lulú.
Después de meses,
como Rocío no podía alimentarse, la llevaron a un centro de adopción con otros
niños que tampoco tenían para alimentarse. Ella lloraba mucho porque no
encontraba cómo decirle adiós.
4 AÑOS DESPUÉS…
La niña cuando
cumplió la mayoría de edad, pudo irse del centro. Pues solo salir, su gata
estuvo todo el tiempo esperándola en la puerta del centro pues ya no tenía
mucha energía. Rocío aprovechó todo el tiempo con su gata, pero ya pasaron los
días y Lulú se fue apagando como una vela, cada vez más. Hasta que ya llegó el
momento de morir.
Pero Rocío se
quedó mirándole la barriga y se dio cuenta de que estaba preñada. La llevó al
veterinario y le explicó lo sucedido. El veterinario hizo lo posible pero la
gata murió en el parto. Los gatitos quedaron vivos.
Pero Rocío sabía
que por muchos gatitos que hubieran nunca la harían sentir lo que sintió por
Lulú.
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